
INTRODUCCION
Conseguir mantenerse con vida en un medio hostil y con recursos limitados puede parecernos, en este mundo global y tecnológico, algo que sólo sucede a otras personas en lugares distantes y exóticos.
No hace mucho tiempo unos pastores encontraron un esqueleto en la copa de un árbol al fondo de una garganta. No tardó en aclararse tan triste suceso. Un año antes un senderista se despistó y se le hizo de noche en la montaña. En la oscuridad se desorientó y los sonidos del bosque, de los animales y del viento en los árboles, acabaron por causarle un ataque de pánico que le hizo comenzar a correr en la oscuridad. Las ramas le golpeaban y tropezaba con las matas y las piedras. Y cuanto más sucedía aquello más eran los sonidos en la oscuridad y mayor su terror. En la veloz huida a ciegas no pudo advertir que se aproximaba a un precipicio por el que acabó cayendo y perdiendo la vida.
Es un relato sobre un hecho real que apareció en la prensa y que sucedió en un paraje natural de España muy conocido y transitado; y a menos de dos kilómetros de una población.
De haber conocido unas simples pautas de supervivencia hubiera sabido encontrar el modo de que nada de aquello sucediera y sobrevivir.
Hace unos días ha sido noticia televisiva esas dos hermanas de diez y ocho años que se perdieron en un bosque de Estados Unidos, en tiempo de lluvias, con temperaturas bajo cero y que fueron halladas vivas 48 horas después. La mayor confesó que tanto en el colegio como su padre le habían enseñado pautas básicas de supervivencia por lo que buscó un lugar seguro, se resguardaron de la lluvia y del viento bajo unos arbustos, y decidió que no debían moverse del lugar porque así era más fácil que las encontraran, como así resultó. Y esa decisión les salvó la vida.
Por tanto no hemos de pensar en junglas o desiertos, tsunamis o terremotos, barcos hundidos o aviones estrellados; basta salir de paseo por los alrededores para que algo falle y nos veamos envueltos en un episodio en que nuestra vida se halle en peligro.